Carta a Luis Almagro

Dr. Luis Almagro
Secretario General
Organización de Estados Americanos (OEA)
Washington D.C.
Con un profundo sentimiento de gratitud y admiración, me dirijo a usted para expresar mi más sincero reconocimiento por su incansable y valiente trabajo al frente de la Secretaría General de la OEA. Su esfuerzo por la libertad, la democracia y los derechos humanos en nuestra región, especialmente en Venezuela, ha sido, sin lugar a dudas, un faro de esperanza en tiempos de oscuridad.
Es imposible no reconocer la nobleza de su lucha. En un momento en que el pueblo venezolano se ve sometido a un régimen que pisa sobre la dignidad humana y desprecia los valores fundamentales de la democracia, su voz se ha alzado, fuerte y clara, defendiendo con convicción el derecho de los venezolanos a vivir en un país libre, justo y democrático. Ha sido usted un baluarte frente a las dictaduras de Nicolás Maduro, Miguel Díaz Canel y Daniel Ortega, cuyas acciones han violado reiteradamente la Carta Democrática Interamericana, la cual usted ha defendido con un celo que no solo honra su cargo, sino que también enaltece los principios de justicia y libertad que tanto nos importan a todos.
Su constancia y coraje al desafiar los abusos de poder en Venezuela y en toda América Latina han sido una fuente inagotable de inspiración. La lucha por la libertad no es fácil, pero usted ha demostrado, una y otra vez, que no se puede ceder ante la opresión. En medio de la indiferencia de muchos, usted se mantuvo firme, recordando al mundo entero que la democracia no es un ideal abstracto, sino una necesidad urgente, especialmente para aquellos que, como los venezolanos, sufren bajo el peso de una dictadura despiadada.
Hoy, al escribir estas líneas, lo hago no solo en representación de un pueblo oprimido, sino en nombre de todos aquellos que aún creen que la justicia y la democracia son posibles. Gracias por haber dado la batalla, una y otra vez, con valentía y dignidad, por la causa de Venezuela y por todos los pueblos de América que, como nosotros, claman por la libertad.
Le agradezco profundamente por su incansable dedicación, por no haber abandonado la causa de los presos políticos, civiles y militares, tal como lo hizo en mi defensa, atendiendo generosamente a mi esposa Mitzy y a mis hijas en las múltiples ocasiones en que acudieron a su despacho buscando el apoyo solidario que usted nunca nos regateó. Gracias infinitas por mantener viva la esperanza de un futuro mejor para mi país. Su legado, que perdurará más allá de los tiempos, es un testimonio de lo que significa luchar por lo que es justo, incluso cuando el camino parece insuperable.
Con mi más alto respeto y admiración,
Antonio Ledezma Madrid, 12 de marzo de 2025